Pablo Neruda

PABLO NERUDA






Diseminada en miles de versos ha quedado para la posteridad la biografía, íntima y pública, secreta y militante, del gran poeta chileno Pablo Neruda. Nos legó además las crónicas de sus días agitados y viajeros en unas líricas memorias tituladas Confieso que he vivido, y sobre su figura han escrito numerosos amigos del autor, y centenares de críticos y autores.

La abrumadora personalidad de este hombre de credo comunista, resuelta y tozuda hasta el sacrificio por todo aquello en lo que creía, estalla en su obra con un aliento vital que apenas deja entrever las muchas tribulaciones y las horas sombrías que hubo que atravesar. Para algunos que lo conocieron, especialmente para aquellos que compartieron con él la lucha contra la miseria y la opresión de los pueblos, Pablo Neruda gozó de carisma excepcional, pero para la mayoría de los lectores que no gozaron de la fortuna de su abrazo, el poeta será siempre aquel personaje tímido, invisible y agazapado que se ocultaba tras los barrotes horizontales y tenues de sus lindas canciones de amor.

Nació en 1904 en Parral, con el nombre de Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto. Pablo Neruda se sintió durante toda su vida profundamente enraizado a su tierra chilena pese a haber llevado una existencia de viajero inalcanzable. 

Residiendo en Temuco, ingresó en el Liceo de la ciudad en 1910, y cuando aun no había salido de esa institución, el 18 de julio de 1917, pudo leer emocionadamente en un periódico local, La Mañana, el primero de sus artículos que titulaba Entusiasmo y Perseverancia. Para entonces, había tenido la suerte de conocer a una importante señora alta y con vestidos muy largos, que no era otra que Gabriela Mistral, quien le había regalado algunos libros de Tolstoi, Dostoievsky y Chéjov, decisivos en su primera formación literaria.

No obstante, su padre se oponía abiertamente a que siguiera esa vocación, de modo que cuando el 28 de noviembre de 1920 obtuvo el Premio de la Fiesta de Primavera de Temuco, el joven poeta ya firmaba sus poemas con seudónimo, un ardid para desorientar a su progenitor. El nombre elegido, Neruda, lo había encontrado por azar en una revista y era de origen checo, no sabía que se lo estaba usurpando a un colega y un lejano escritor que compuso hermosas baladas y que posee un monumento erigido en el barrio de Mala Strana en Praga.



Al concluir sus estudios en el Liceo pasa a Santiago para seguir la carrera de profesor de francés en el Instituto Pedagógico, pero continúa preparando libros de versos. Al poco tiempo se vincula a la revista Juventud de la Federación de Estudiantes, donde toma contacto con el movimiento anarquista, y en particular con uno de los líderes del grupo, llamado Juan Gandulfo. En 1922 se incorpora a la redacción de la  revista Claridad, comenzando a escribir hasta 5 poemas diarios. Al año siguiente edita, a sus expensas, su primer libro de poemas, Crepusculario.

Para pagarse esa publicación Pablo Neruda, en aquel entonces un joven ávido de lectura y de vida, extravagante y delgado, debe vender sus muebles , empeñar el reloj que le ha regalado su padre y recibir la ayuda de un crítico generoso. Este último se presta a saldar la deuda cuando el editor se negó a entregar un solo ejemplar antes de que estuviera satisfecha completamente la factura.

Crepusculario fue en realidad una miscelánea de otros proyectos, una reordenación precipitada de poemas que inmediatamente dejaron insatisfecho al autor. A partir de entonces Neruda se entregó con más ahínco a la confección de otro libro, mucho más personal, que terminaría publicándose en 1924 con el título de Veinte poemas de amor y una canción desesperada. 

A partir de entonces la politización de la poesía de Neruda será progresivamente mayor y su vida se verá enfrentada a adversas circunstancias económicas. De momento, al abandonar sus estudios, su padre le retira toda ayuda material, por lo que abraza la esperanza de conseguir algún cargo diplomático. Sin embargo, todo lo que obtiene en 1927, es un oscuro y remoto destino en Rangún, Birmania.

Ejerció durante un año el cargo de cónsul en Colombo (Ceilán, actual Sri Lanka), y en 1929 fue trasladado a Singapur. Su inquietud por las culturas indostaníes y la política lo llevó a asistir al Congreso Panhindú, celebrado en Calcuta, en 1929. En 1934, y tras haber conocido a Federico García Lorca en Buenos aires, se trasladó a España, para hacerse cargo del consulado chileno en Barcelona. En España desarrolló una intensa actividad cultural, y conoció a poetas de la generación del 27, como Miguel Hernández, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre o Manuel Altolanguirre.




Su integración en aquel Madrid pletórico de pasiones políticas se acrecentó al año siguiente, pues en febrero de 1935 se hizo cargo del consulado  de Chile en la capital española. En Madrid apareció aquel año la revista literaria Caballo Verde para la poesía , dirigida por el poeta. También allí dio a la imprenta una de sus obras más célebres, Residencia en la Tierra

La trayectoria española de Neruda tomó tintes dramáticos, cuando el 18 de julio de 1936 dio comienzo la terrible guerra civil que enfrentó a las dos Españas. Uno de los primeros hechos sangrientos de aquella lucha fue el fusilamiento de Federico García Lorca. Abandonó la Península Ibérica en pleno conflicto bélico y se dirigió a París, desde donde participó activamente en actos de solidaridad con la República y el pueblo español. Tras su regreso a Chile, en 1937, prosiguió su actividad combativa con la publicación de España en el Corazón. 

La Guerra Civil Española concluyó en 1939 con la derrota de los republicanos. Neruda solicitó y obtuvo el nombramiento de cónsul para la inmigración española. Con la idea de ayudar en lo posible a los derrotados, viajó a París y desde allí organizó una expedición de españoles a bordo del vapor Winnipeg, que llegó a Valparaíso a finales de año. El poeta regresó nuevamente a Chile en 1940, cuando ya había comenzado la Segunda Guerra Mundial, pero permaneció poco tiempo en su país, pues en agosto se incorporó a un nuevo destino diplomático, el consulado general de Chile en México. En 1942 publicó América no invoco tu nombre en vano, que después fue incorporado al Canto General.

A partir de 1946 su actividad política se desarrollaría en su propia patria, donde fue elegido Senador de la República por las Provincias de Taracapá y antofagasta. Ese mismo año obtuvo en Chile el Premio Nacional de Literatura, pero no tardarian en complicársele las cosas cuando hizo pública su enérgica protesta por la persecución desencadenada contra los sindicatos por el presidente Gonzálo Videla. La lectura ante el Senado de su alegato Yo acuso, motivó que se ordenara su detención  y solo gracias al refugio que le ofrecieron sus allegados logró evitarla y salir del país el 24 de febrero de 1949.

Durante el tiempo  en que estuvo oculto preparó otra de sus obras mayores, Canto general, que aparte de distribuirse clandestinamente en Chile, se editará en México en 1950 con ilustraciones de los grandes muralistas David Alfaro  Siqueiros y Diego Rivera, poco antes de que se le concediera, junto a Picasso y al poeta turco Nazim Hikmet, el Premio Internacional de la Paz. Comienza entonces un doloroso destierro, cuya tristeza apenas puede ser enjuagada por numerosos homenajes, calurosas recepciones e importantes galardones con que se reconocen sus méritos como poeta y como hombre íntegro. En 1951 inicia un viaje por Italia, país en el que fija su residencia un año más tarde. En Capri escribe Las uvas y el viento. Después de un viaje por Europa, al ser revocada su orden de detención en Chile regresó a su casa en 1952.



Los años siguientes fueron de permanencia en Chile. Organizó en Santiago el Congreso Continental de Cultura, al que acudieron notables personalidades como Diego Rivera, Jorge Amado y NIcolás Guillén. Dictó conferencias en la Universidad de Chile, institución a la que hizo donación de su biblioteca personal. Esta relación con la Universidad dio origen a la creación de la Fundación Neruda para el Desarrollo de la Poesía. Sus obras seguían apareciendo a buen ritmo, con publicaciones intermitentes, Viajes, Nuevas odas elementales y Oda a la tipografía, entre otras. En 1957 la Editorial Losada publicó sus Obras Completas, y en los años sucesivos Cien sonetos de amor, Tercer libro de las odas y Navegaciones y regresos. En 1958 apareció editada otra de sus obras más notables y una de las preferidas del poeta, Estravagario

El incansable viajero sintió nuevamente la llamada de Europa y en 1965 se trasladó a aquel continente donde recibió nuevos honores. La Universidad de Oxford lo nombró doctor honoris causa en Filosofía  y Letras. En Hungría se entrevistó con Miguel Ángel Asturias. En 1966 viajó a Estados Unidos, invitado a la reunión del Pen Club. Aquel año realizó una incursión en el arte dramático con su obra Fulgor y Muerte de Joaquín Murieta, que fue estrenada en Santiago en 1967, por el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile.

La vinculación de Neruda con la política tuvo su punto culminante en el año 1970, cuando el Partido Comunista lo designó candidato a la presidencia de Chile, pero el poeta no dudó en renunciar para dar su total apoyo a Salvador Allende, a quien apoyó decididamente en su campaña electoral. Llegado al poder, Allende lo designó Embajador de Chile en París.

En 1971 Pablo Neruda se convirtió en el tercer escritor latinoamericano y el segundo chileno que obtenía el Premio Nobel de Literatura, lo que no le impidió seguir con defendiendo activamente los intereses chilenos Tras renuniar a su cargo de embajador en Francia, regresó a Chile donde fue pública y multitudinariamente homenajeado en el Estadio Nacional.

En la cúspide de la fama y del reconocimiento también lo esperaban horas amargas. En 1973, el 11 de septiembre, fue sorprendido por el golpe militar contra el presidente Salvador Allende. Profundamente afectado por la nueva situación, no pudo resistir la tragedia, y el 23 de septiembre murió en Santiago. El mundo no tardó en enterarse, entre la indignación, el estupor y la impotencia, de que su casa en Valladolid y en Santiago habían sido brutalmente saqueadas y destruidas. Sus funerales se desarrollaron en medio de una gran tensión política. Tras su muerte vieron la luz los poemarios que había escrito antes de morir: Jardín de invierno, 2000, El corazón amarillo, Libro de las  preguntas, Elegía y Defectos escogidos, todas ellas editadas por la Editorial Losada en Buenos Aires en 1974. En Barcelona apareció su última obra, la autobiografía Confieso que he vivido.







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