Maurice Ravel
Joseph Maurice Ravel (Cibourne, Labot, , 7 de marzo de 1875 - París, 28 de diciembre de 1937) fue un compositor francés del siglo XX. Su obra, frecuentemente vinculada al impresionismo, muestra además un audaz estilo neoclásico, y, a veces, rasgos del expresionismo y es el fruto de una compleja herencia y de hallazgos musicales que revolucionaron la música para piano y para orquesta.
En 1875 la Tercera RepúblicaFrancesa curabasus heridas de la derrota de la Guerra Franco Prusiana. Sin embargo, también se respiraba un resurgimiento espiritual, Francia sería testigo de un período muy profundo de las artes. Ravel nació el 7 de marzo, cuatro días después del frío estreno de Carmen de Bizet. Tuvo un hermano, Edouard Ravel con quien mantuvo durante toda su vida una relación afectiva.
Pocos meses después, en junio de 1875 la familia Ravel se trasladó a París. Sus padres frecuentaban los medios artísticos, fomentando los primeros pasos de su hijo que muy pronto reveló un talento musical excepcional. Comenzó con el estudio de piano a los 6 años. Niño juicioso, aunque también caprichoso y terco, pronto demostró un natural talento musical, aunque, para desesperación de sus padres y profesores, reconoció más tarde haber sumado a sus numerosos talentos la más extrema pereza. El clima artístico y musical prodigiosamente fértil de París de finales del siglo XIX no podía más que estimular el desarrollo del joven.
Al ingresar al Conservatorio de París en 1889, Ravel fue alumno de Charles le Bénoit. Allí conoció al pianista español Ricardo Viñes, quien se convirtió en su amigo entrañable e intérprete escogido para sus mejores obras, ambos formarían parte del grupo conocido como Los Apaches, que armaron revuelo en el estreno de Pélleas et Méllisande de Claude Debussy. Impresionado por la música de Medio Oriente, en la Exposición Universal de 1889, entusiasmado por los rebeldes Emmanuel Chabrier y Erik Satie, admirador de Mozart, Saint Saens y Debussy, influido por las lecturas de Baudelaire, Poe, Condillac, y, sobre todo Mallarmé, Ravel manifestó tempranamente un firma carácter y un espíritu musical muy independiente. Sus primeras composiciones lo probaron: eran ya muestras de una personalidad y una maestría tal que su estilo solo evolucionaría con el tiempo. Ballade pour une reine morte d'aimer (1894), Sérénade grotescque (1894), Menuet Antique (1895), Habanera para dos pianos (1895).
Pocos meses después, en junio de 1875 la familia Ravel se trasladó a París. Sus padres frecuentaban los medios artísticos, fomentando los primeros pasos de su hijo que muy pronto reveló un talento musical excepcional. Comenzó con el estudio de piano a los 6 años. Niño juicioso, aunque también caprichoso y terco, pronto demostró un natural talento musical, aunque, para desesperación de sus padres y profesores, reconoció más tarde haber sumado a sus numerosos talentos la más extrema pereza. El clima artístico y musical prodigiosamente fértil de París de finales del siglo XIX no podía más que estimular el desarrollo del joven.
Al ingresar al Conservatorio de París en 1889, Ravel fue alumno de Charles le Bénoit. Allí conoció al pianista español Ricardo Viñes, quien se convirtió en su amigo entrañable e intérprete escogido para sus mejores obras, ambos formarían parte del grupo conocido como Los Apaches, que armaron revuelo en el estreno de Pélleas et Méllisande de Claude Debussy. Impresionado por la música de Medio Oriente, en la Exposición Universal de 1889, entusiasmado por los rebeldes Emmanuel Chabrier y Erik Satie, admirador de Mozart, Saint Saens y Debussy, influido por las lecturas de Baudelaire, Poe, Condillac, y, sobre todo Mallarmé, Ravel manifestó tempranamente un firma carácter y un espíritu musical muy independiente. Sus primeras composiciones lo probaron: eran ya muestras de una personalidad y una maestría tal que su estilo solo evolucionaría con el tiempo. Ballade pour une reine morte d'aimer (1894), Sérénade grotescque (1894), Menuet Antique (1895), Habanera para dos pianos (1895).
En vísperas del siglo XX el joven Ravel era ya conocido como compositor, y sus obras eran objeto de discusión, aunque lograr la celebridad no sería tarea sencilla. La audacia de sus composiciones y su declarada admiración por Chabrier y Satie iba a costarle muchas enemistades entre el círculo de los tradicionalistas.
Con Yeux d'eau (obra para piano, 1901) quedó afirmada la personalidad musical de Ravel quien iba a mantenerse bastante independiente de la riqueza del patrimonio musical de su tiempo, aunque Ravel haya llevado por mucho tiempo, la etiqueta de debussysta). Curiosamenteesta vinculación tuvo un giro cuando algunos vieron una influencia ravelina en las Estampas (1903) de Debussy, por esta polémica ambos músicos estarían enfrentados de por vida.
Su reserva, su pudor, su gusto por lo exótico y lo fantástico, su búsqueda casi obsesiva de la perfección formal irradiaron su obra en el período que se extendió entre 1901 y 1908: Cuarteto en Fa mayor (1902), Melodías de Shéhérazade (1904), Miroirs y Sonatina para piano (1905), Rapsodia Española (1908), Ma mére l'Oye (1908) y Gaspard de la nuit (1908) inspirado en el poema de Alosius Bertrand.
En abril de 1908 Ravel se encontraba en Londres junto a Ralph Vaughan Williams para su primera gira de conciertos en el extranjero. En 1910 fue uno de los fundadores de la Société Musical Indéprendante, creada para promover la música contemporánea.
Pronto dos grandes composiciones iban a causar muchas dificultades. En primer lugar L'Heure espagnole, ópera escrita sobre un libreto de Franc Nohain terminada en 1907 y estrenada en 1911 fue mal acogida por el público, y sobre todo por la crítica. Ni el sabroso humor del libreto, ni los atrevidos efectos orquestales de Ravel fueron comprendidos.
Por aquel tiempo las presentaciones de los Ballets Rusos creaban furor y transformaban la vida de los aficionados en París. El director del conjunto, Sergei Diaghilev encargaba obras a los compositores más célebres del momento, y Ravel no era la excepción. A continuación compondría el ballet Daphnis et Cloé, titulada Sinfonía coreográfica. Con su presencia de coros que cantan vocalizaciones, Daphis et Cloé es una representación de la Grecia Atigua en la que Ravel se inpiró. La recepción de la obra fue desigual en el estreno en junio de 1912, lo que causó la amargura del músico.
El estallido de la Primera Guerra Mundial sorprendió al compositor en plena composición de su Trío en la menor que, finalmente fue estrenada en 1915. Desde el inicio del conflicto, el compositor pretendió enrolarse, pero eximido del servicio militar debido a su pequeña estatura fue rechazado por ser más liviano en kilos. A través de varias gestiones terminó por hacerse enrolar como chofer de camión , y fue al frente, cerca de Verdún. Fue hacia enero de 1917que el compositor se enteró de la muerte de su madre, noticia que lo hundió en un tormento mayor al que le causó el estallido de la guerra. Sin embargo, su actividad creativa aunque algo retrasada, resistió estas pruebas acumuladas. Aquel año terminó seis piezas para piano agrupadas bajo el título de Le Tombeau de Couperin, suite en el estilo neobarroco francés, que dedicó a sus amigos muertos en la guerra.
Al finalizar la guerra en 1918 se había llevado con ella las ilusiones de la Belle Époque, y había cambiado al músico, así como había cambiado a los millones de hombres movilizados. La máscara del dandy cayó y fue otro Ravel el que salió de esta dolorosa experiencia. Su producción musical se retrasó considerablemente, pero la intensidad creadora se amplió y la inspiración se encontró liberada.
Su primera obra maestra de las posguerra fue La Valse, poema sinfónico dramático comisionado por los Ballets Rusos y estrenado en abril de 1920 en presencia de Stravinsky y de Polenc. Fue a la memoria de Debussy que Ravel compuso más tarde su gran Sonata para violín y violoncello.
En 1921 Ravel se instaló en Montfort-l'-Amaury en su casa, Le Bélvédère. Allí compuso la mayoría de sus últimas obras, las tres Chansons Madecasses, sobre poemas de Evariste Parny (1923), y Tzigane , rapsodia de concierto (1924). La bélvédère se impregnó rápidamente de la personalidad del músico que hizo de ella, incluso en vida, un verdadero museo.
Fue también la guarida ineludible del cenáculo ravelino (el escritor Léon Paul Fargue, los compositores Maurice Delange, Arthur Honegger, Jacques Ibert, Florent Schmitt, Germaine Tailleferre, los intérpretes Marguerite Long, Robert Casadessus, entre otros, y los dos fieles discípulos de Ravel, Roland Manuel y Manuel Rosenthal). Pero las visitas no podían ocultar completamente su tristeza y soledad, que encontró un escape en la intensificación de su actividad creativa (orquestación de Cuadros de una exposición de Musorski, 1922), y en una serie de giras por los Países Bajos, Italia, Inglaterra y España.
En 1925, conoció la composición de la obra quizás más original de Ravel: El niño y los sortilegios. El proyecto de esta fantasía lírica se remonta a 1919 cuando Colette (novelista, periodista, guionista, libretista y artista de revista y cabaret francesa. Se inmortalizó con la novela Gígí) propone la colaboración de Ravel para poner en música un poema propio, titulado inicialmente Divertissement pour ma fille. Mientras que en 1927 termina la Sonata para violín y piano (introduciendo un blues), Ravel era celebrado por todas partes y accedía al reconocimiento mundial por su música.
En el año 1928 Ravel se consagró definitivamente. Realizó de enero a abril una gigantesca gira de conciertos por Estados Unidos y Canadá que le valió en cada ciudad visitada un inmenso éxito. Interpretó como pianista su Sonatina, a veces dirigió la orquesta, pronunció discursos sobre la música que, desgraciadamente no fueron registrados para el futuro. Tuvo ocasión de admirar las bellezas de Estados Unidos, cuna del jazz que admiraba tanto. Conoció también al joven músico George Gershwin, cuya música le agradaba muchísimo.
De regreso en Francia Ravel comenzó a trabajar en su obra más famosa e interpretada. La célebre bailarina y coreógrafa Ida Rubinstein le había encargado, en 1927, un ballet de carácter español, para el cual el músico adoptó una antigua danza andaluza: el bolero. La obra, con solo dos temas y cantinela incansablemente repetida, fue estrenada el 22 de noviembre de 1928 frente a un público un tanto asombrado. Su difusión fue inmediatamente inmensa.
De 1929 a 1931 Ravel concibió sus dos últimas obras maestras. Compuestos simultáneamente y estrenados con pocos días de diferencia (ambos en enero de 1932), los dos Conciertos para piano y orquesta, son, sin embargo, dos obras muy diferentes. Al Concierto para la mano izquierda, composición grandiosa bañada en una oscura luz y teñida de fatalidad, respondió el brillante Concierto en sol en el que el movimiento lento es una de las más íntimas meditaciones musicales del compositor. Junto a las tres canciones de Don Quijote a Dulcinea, compuestas en 1932 sobre un poema de Paul Morand, los Conciertos marcan un punto final en la producción musical de Maurice Ravel.
En 1932 el compositor hizo una triunfal gira de conciertos en Europa Central, en compañía de la pianista Marguerite Long, para presentar, entre otras obras, su Concierto en Sol. De regreso en Francia y después de haber grabado dicho concierto bajo su misma dirección, Ravel no tenía más que proyectos, en particular un ballet Morgiane, inspirado en Las mil y una noches, y, sobre todo una gran ópera, Jeanne d'Arc (Juana de Arco), sobre una novela de Joseph Delteil.
Desde el verano de 1933, Ravel comenzó a presentar los síntomas de una enfermedad neurológica que lo condenaría al silencio en los últimos cuatro años de su vida. Desórdenes de la escritura, de la motricidad y el lenguaje fueron sus principales manifestaciones, mientras su inteligencia se mantenía perfectamente y seguía pensando en su música, aunque sin poderla ni escribir o tocar. Se cree que un traumatismo craneano, consecuencia de un accidente de taxi del que fue víctima en octubre de 1932, precipitó las cosas. Cada una de sus apariciones públicas le valía un triunfo, lo que hizo mucho más dolorosa su inacción.
En 1935, propuesto por Ida Rubinstein, Ravel realizó un último viaje a España. A su regreso el músico se retiró definitivamente a Montfort-l'-Amaury, donde pudo contar hasta su muerte, con la fidelidad y el apoyo de sus amigos. En diciembre de 1937 se intentó en París una intervención quirúrgica desesperada de su cerebro enfermo. En 28 de diciembre de 1937 moría Maurice Ravel a los 62 años de edad, causando en el mundo una verdadera consternación.
Con Maurice Ravel desaparecía el último representante de una generación de músicos que había sabido renovar la escritura musical sin renunciar a los principios heredados del clasicismo. Por esa razón fue el último compositor cuya obra entera, siempre innovadora y nunca retrógrada, es considerada, según Marcel Marnat, completamente accesible a oídos profanos.
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