Joaquín Rodrigo
JOAQUÍN RODRIGO
La historia de Joaquín Rodrigo se adentra en el mundo de los sueños y de las realidades. Su constancia, capacidad de trabajo y gran inspiración dieron muestras de arte universal.
Evocar los albores del siglo XX (más exactamente el año 1901), en una ciudad valenciana llamada Sagunto, nos ayuda a recordar sus orígenes: Joaquín Rodrigo fue el menor de los hijos de un importante empresario, emprendedor comerciante, Vivente Rodrigo Peirats. y de Juana Vidre Ribelles.
La infancia del pequeño Rodrigo discurrió en un ambiente feliz. Fue un niño inquieto, despierto y alegre. A la temprana edad de cuatro años fue víctima de una gran epidemia de diftea, que tuvo como consecuencia una alta tasa de mortalidad infantil. El joven músico sobrevivió a la enfermedad, aunque como consecuencia de ella perdió prácticamente la visión, quedando ciego. Al principio la pérdida de visión no fue total, pero, con el tiempo, los colores y las formas que apenas podía percibir se fueron borrando por completo en su retina.
En 1906 la familia se traslada a Valencia por motivos de trabajo de su padre, donde el joven asiste al Colegio de Ciegos. A los siete años de edad ingresa al Conservatorio de la ciudad para desarrollar su talento. Manuel Palau, Enrique Gomá y Francisco Antich son sus maestros de esta primera etapa de formación. Pero los dictados de su vocación compositiva no darán fruto hasta el año 1922. Aparecen sus primeras páginas: La enamorada junto al surtidor y Pequeña ronda, ambas escritas para violín y piano. Durante esos años es guiado y acompañado por el leal y entrañable Eafael Ibañez, antiguo empleado de su padre, secretario, confidente, inseparable compañero de viajes, transcriptor del sistema braille, copista y, sobre todo, amigo.
A esta época pertenecen Juglares, primera obra para orquesta, y Cinco piezas infantiles, también escrita para orquesta sinfónica, obra laureada con la Mención de Honor en el Concurso Nacional de Composición.
Pronto necesita ampliar horizontes y en 1927, decide trasladarse a París. Allí recibe el magisterio de Paul Dukas en la clase de composición de la Ecole Normale. La múltiple oferta intelectual y artística de la capital francesa lo sorprende, descubre todo tipo de vanguardias y estéticas emergentes. Por otra parte, la presencia de Manuel de Falla en la capital francesa será decisiva para el compositor. También traba contacto con grandes compositores como Ravel, Poulenc, Honegger, así como con intérpretes, como por ejemplo, el pianista Ricardo Viñes y el guitarrista Emilio Pujol.
París alberga sorpresas y acontecimientos en su vida. La ciudad del amor presencia el romántico encuentro entre el compositor y la pianista turca Victoria Kamhi, procedente de una familia acomodadade elevado nivel cultural que estaba estudiando la carrera de piano y ya tenía referencias de Joaquín Rodrigo a través de un joven compañero pianista rumano Alejandro Demetríades, condiscípulo del compositor en la clase de composición de Paul Dukas. Finalmente contraen matrimonio en Valencia, en la más absoluta intimidad, en 1933. Se instalan en Madrid, aunque el joven compositor no logra encontrar trabajo. Son meses muy duros para Joaquín Rodrigo. Compone Cántico de la Esposa (su obra preferida). Posteriormente recibirá el apoyo de Manuel de Falla, gracias a cuya intervención logra recibir la Beca del Conde de Cartagena, otorgada por la Academia de Bellas Artes a músicos y pintores.
En 1935 el matrimonio viaja a Salzburgo para ser corresponsales de la revista musical Le monde Musical. La pareja vive momentos de sufrimiento y de angustia durante el transcurso de la Guerra Civil en España. Poco tiempo después nacen sus Cuatro Piezas para piano. El día 1. de septiembre de 1939, cuarenta y ocho horas antes de declararse la Segunda Guerra Mundial el matrimonio regresa a España estableciéndose en Madrid.
En 1939 es nombrado Jefe de la sección de Arte y Propaganda de la ONCE, ejerciendo actívamente la crítica musical, desde artículos y colaboraciones en revistas, así como conferencias, además de su labor como asesor musical de Radio Nacional de España.
La década de los años cuarenta es clave en su producción. Se inicia con el estreno mundial del Concierto de Aranjuez, celebrado en Barcelona, en noviembre de 1940. La fama mundial del celebrísimo Concierto de Aranjuez se debe a la naturalidad y gran inspiración que da forma a esta obra creada para la guitarra solista y orquesta. La exuberante alegría de su primer movimiento alterna con la delicadeza sonora del épico segundo movimiento , constituyendo la melodía favorita que el público de cualquier rincón del mundo es capaz de reconocer en un solo instante. El brillante tercer movimiento (Allegro gentile) realza la solvencia de esta obra maestra de todos los tiempos. Otras obras destacadas de esta etapa son: el Concierto para piano y orquesta (1942), y su pieza para piano A l'ombre de Torre Bermeja (1945).
A partir de 1950 Joaquín Rodrigo realiza grandes giras y viajes por todo el mundo. A comienzos de la década de los cincuenta ingresa en la Real Academia de Arte de San Fernando en Madrid.
Con el comienzo de un proceso de valoración que reivindicaba el artista en numerosos ámbitos institucionales y académicos del país, su presencia se hacía determinante en unos años difíciles para el panorama musical español. Era patente que la reciente pérdida de Manuel de Falla (1946) había causado desprotección entre las nuevas generaciones de creadores y que tras su emblemática personalidad se divisaba un vacío en el panorama artístico. En estas situaciones Joaquín Rodrigo reinstala la trascendencia del arte musical hispano.
Cultiva con acierto toda clase de géneros y estilos: música instrumental (para guitarra, pino, violín, violoncello, flauta, arpa...), música de cámara, música vocal, música incidental (cine, teatro), ópera, ballet y conciertos para instrumentos solistas y para orquesta: Concierto de Estío, Concierto in modo Galante, Concierto Andaluz, Fantasía para un Gentilhombre, A la busca del más allá (poema sinfónico). Algunos de los tñitulos más emblemáticos de su producción son: Por la flor de Lliri Blau, Zarabanda Lejana, Cuatro Madrigales, Amatorios, Impromptu (para arpa), Preludio y Ritornello (para clavicémbalo), Como una Fantasía (para violoncello), Rincones de España (para armónica y piano).
Cosecha numerosos méritos y reconocimientos. Diversas Universidades lo nombran Doctor Honoris Causa. Los numerosísimos viajes por todo el mundo lo convierten en un verdadero embajador de la música española culta.
Durante casi treinta años el maestro recoge la ovación internacional con que se reconoce la magnitud de su creación musical. Joaquín Rodrigo afronta su 90. cumpleaños con absoluta brillantez.
El 21 de julio de 1997 fallece su esposa, y la entereza humana del compositor se desmorona día a día. El 6 de julio de 1999, finalmente, fallece Joaquín Rodrigo, a los 98 años de edad. Gracias a la Fundación Victoria y Joaquín Rodrigo su legado musical está celosamente protegido.
La música de Joaquín Rodrigo representa un homenaje a las distintas culturas de España. Su creación se ha distinguido siempre por ser un arte libre, independiente, culto, refinado y profundamente sensible. Es, asimismo, un compositor de elegante trazo, novedoso y personal. Entre las páginas de su repertorio pianístico (aun muy desconocidas), podemos encontrar: Álbum de Cecilia, Bagatela, Canción y Danza, Cinco piezas del siglo XVI, Cuatro Estampas Andaluzas, Gran Marcha de los Subsecretarios,, Pastoral, Preludio del Gallo Mañanero, Serenata Española y Sonata del Adiós.
La infancia del pequeño Rodrigo discurrió en un ambiente feliz. Fue un niño inquieto, despierto y alegre. A la temprana edad de cuatro años fue víctima de una gran epidemia de diftea, que tuvo como consecuencia una alta tasa de mortalidad infantil. El joven músico sobrevivió a la enfermedad, aunque como consecuencia de ella perdió prácticamente la visión, quedando ciego. Al principio la pérdida de visión no fue total, pero, con el tiempo, los colores y las formas que apenas podía percibir se fueron borrando por completo en su retina.
En 1906 la familia se traslada a Valencia por motivos de trabajo de su padre, donde el joven asiste al Colegio de Ciegos. A los siete años de edad ingresa al Conservatorio de la ciudad para desarrollar su talento. Manuel Palau, Enrique Gomá y Francisco Antich son sus maestros de esta primera etapa de formación. Pero los dictados de su vocación compositiva no darán fruto hasta el año 1922. Aparecen sus primeras páginas: La enamorada junto al surtidor y Pequeña ronda, ambas escritas para violín y piano. Durante esos años es guiado y acompañado por el leal y entrañable Eafael Ibañez, antiguo empleado de su padre, secretario, confidente, inseparable compañero de viajes, transcriptor del sistema braille, copista y, sobre todo, amigo.
A esta época pertenecen Juglares, primera obra para orquesta, y Cinco piezas infantiles, también escrita para orquesta sinfónica, obra laureada con la Mención de Honor en el Concurso Nacional de Composición.
Pronto necesita ampliar horizontes y en 1927, decide trasladarse a París. Allí recibe el magisterio de Paul Dukas en la clase de composición de la Ecole Normale. La múltiple oferta intelectual y artística de la capital francesa lo sorprende, descubre todo tipo de vanguardias y estéticas emergentes. Por otra parte, la presencia de Manuel de Falla en la capital francesa será decisiva para el compositor. También traba contacto con grandes compositores como Ravel, Poulenc, Honegger, así como con intérpretes, como por ejemplo, el pianista Ricardo Viñes y el guitarrista Emilio Pujol.
París alberga sorpresas y acontecimientos en su vida. La ciudad del amor presencia el romántico encuentro entre el compositor y la pianista turca Victoria Kamhi, procedente de una familia acomodadade elevado nivel cultural que estaba estudiando la carrera de piano y ya tenía referencias de Joaquín Rodrigo a través de un joven compañero pianista rumano Alejandro Demetríades, condiscípulo del compositor en la clase de composición de Paul Dukas. Finalmente contraen matrimonio en Valencia, en la más absoluta intimidad, en 1933. Se instalan en Madrid, aunque el joven compositor no logra encontrar trabajo. Son meses muy duros para Joaquín Rodrigo. Compone Cántico de la Esposa (su obra preferida). Posteriormente recibirá el apoyo de Manuel de Falla, gracias a cuya intervención logra recibir la Beca del Conde de Cartagena, otorgada por la Academia de Bellas Artes a músicos y pintores.
En 1935 el matrimonio viaja a Salzburgo para ser corresponsales de la revista musical Le monde Musical. La pareja vive momentos de sufrimiento y de angustia durante el transcurso de la Guerra Civil en España. Poco tiempo después nacen sus Cuatro Piezas para piano. El día 1. de septiembre de 1939, cuarenta y ocho horas antes de declararse la Segunda Guerra Mundial el matrimonio regresa a España estableciéndose en Madrid.
En 1939 es nombrado Jefe de la sección de Arte y Propaganda de la ONCE, ejerciendo actívamente la crítica musical, desde artículos y colaboraciones en revistas, así como conferencias, además de su labor como asesor musical de Radio Nacional de España.
La década de los años cuarenta es clave en su producción. Se inicia con el estreno mundial del Concierto de Aranjuez, celebrado en Barcelona, en noviembre de 1940. La fama mundial del celebrísimo Concierto de Aranjuez se debe a la naturalidad y gran inspiración que da forma a esta obra creada para la guitarra solista y orquesta. La exuberante alegría de su primer movimiento alterna con la delicadeza sonora del épico segundo movimiento , constituyendo la melodía favorita que el público de cualquier rincón del mundo es capaz de reconocer en un solo instante. El brillante tercer movimiento (Allegro gentile) realza la solvencia de esta obra maestra de todos los tiempos. Otras obras destacadas de esta etapa son: el Concierto para piano y orquesta (1942), y su pieza para piano A l'ombre de Torre Bermeja (1945).
A partir de 1950 Joaquín Rodrigo realiza grandes giras y viajes por todo el mundo. A comienzos de la década de los cincuenta ingresa en la Real Academia de Arte de San Fernando en Madrid.
Con el comienzo de un proceso de valoración que reivindicaba el artista en numerosos ámbitos institucionales y académicos del país, su presencia se hacía determinante en unos años difíciles para el panorama musical español. Era patente que la reciente pérdida de Manuel de Falla (1946) había causado desprotección entre las nuevas generaciones de creadores y que tras su emblemática personalidad se divisaba un vacío en el panorama artístico. En estas situaciones Joaquín Rodrigo reinstala la trascendencia del arte musical hispano.
Cultiva con acierto toda clase de géneros y estilos: música instrumental (para guitarra, pino, violín, violoncello, flauta, arpa...), música de cámara, música vocal, música incidental (cine, teatro), ópera, ballet y conciertos para instrumentos solistas y para orquesta: Concierto de Estío, Concierto in modo Galante, Concierto Andaluz, Fantasía para un Gentilhombre, A la busca del más allá (poema sinfónico). Algunos de los tñitulos más emblemáticos de su producción son: Por la flor de Lliri Blau, Zarabanda Lejana, Cuatro Madrigales, Amatorios, Impromptu (para arpa), Preludio y Ritornello (para clavicémbalo), Como una Fantasía (para violoncello), Rincones de España (para armónica y piano).
Cosecha numerosos méritos y reconocimientos. Diversas Universidades lo nombran Doctor Honoris Causa. Los numerosísimos viajes por todo el mundo lo convierten en un verdadero embajador de la música española culta.
Durante casi treinta años el maestro recoge la ovación internacional con que se reconoce la magnitud de su creación musical. Joaquín Rodrigo afronta su 90. cumpleaños con absoluta brillantez.
El 21 de julio de 1997 fallece su esposa, y la entereza humana del compositor se desmorona día a día. El 6 de julio de 1999, finalmente, fallece Joaquín Rodrigo, a los 98 años de edad. Gracias a la Fundación Victoria y Joaquín Rodrigo su legado musical está celosamente protegido.
La música de Joaquín Rodrigo representa un homenaje a las distintas culturas de España. Su creación se ha distinguido siempre por ser un arte libre, independiente, culto, refinado y profundamente sensible. Es, asimismo, un compositor de elegante trazo, novedoso y personal. Entre las páginas de su repertorio pianístico (aun muy desconocidas), podemos encontrar: Álbum de Cecilia, Bagatela, Canción y Danza, Cinco piezas del siglo XVI, Cuatro Estampas Andaluzas, Gran Marcha de los Subsecretarios,, Pastoral, Preludio del Gallo Mañanero, Serenata Española y Sonata del Adiós.
Amiga Mónica, sigo visitando regularmente tu blog, aunque, seguramente por problemas de configuración de mi equipo, ultimamente no consigo acceder a la sección de ciencia.
ResponderEliminarRavel era contemporáneo de Proust. Se movían en los mismos círculos musicales. No sé por qué, a diferencia de lo que hace con otros coetáneos, su nombre, nada más que su nombre, aparece una sola vez en La Recherche.
Saludos. Carmen
Muchísimas gracias Carmen, espero que se solucione el tema, de lo contrario solo dímelo, y en ese caso te paso el enlace por mail (si deseas, claro).
EliminarLa historia está llena de incomprensiones e injusticias de toda clase, ignoro las causas de este hecho, pero seguro que existe, veré que puedo averiguar al respecto.
Saludos. Mónica
Excusa mi distracción de poner este coment en el post equivocado!
ResponderEliminarEn lo concerniente a Ravel-Proust encuentro en Yves Tadié esta nota que traduzco literalmente.
"La única obra de Ravel para violín que Proust pudo conocer es el Trio en LA menor para piano, violín y violoncello (1914)"......La Sonata para violín y violoncello (1920/22)compuesta a la memoria de Debussy, no parece que fuera tocada en vida de Proust".
Saludos cordiales
Carmen